Una de las principales cosas que se mencionan a las familias y pacientes de nuestra Clínica SER es acerca de la relación inseparable entre el estrés y la adicción. Es así que el síntoma de consumir una droga le sirve al paciente para enfrentar las vicisitudes de la vida. Durante mi trabajo en Clínica SER, me he dado cuenta que una de las dificultades con que nos enfrentamos para poder hacer una buena integración de los beneficios terapéuticos del programa, radica en no tener claro que el estrés es generado por un sin número de razones, y que tal vez las causas por las que antes el paciente se alcoholizaba o drogaba ya no son las mismas.
Literalmente el adicto se refugia en la droga para olvidar sus penas. Dichas penas son mantenidas en el inconsciente para no hacer más daño del que ya están haciendo, mediante un proceso llamado represión. Digamos que la represión es como la tapa que contiene la presión de una olla exprés. Dicha presión interna, son todas aquellas penas que acongojan al adicto. Si la presión aumenta debido a mucho calor originado por una flama y no se deja escapar parte de esa energía contenida, la olla exprés, podrá explotar. Para tal efecto existe una válvula de escape de dicha energía. Ese gas y calor que escapa por la válvula (retorno de lo reprimido) el adicto lo representa principalmente en la expresión del síntoma. En este caso el consumo de la droga. En pocas palabras: una forma de escape a sus problemas, perpetuando así una formación de compromiso. El compromiso de tomar o drogarse para poder enfrentar los problemas. Si no existiera dicha válvula sería imposible tener el bienestar, algo que S. Freud postuló muchos años atrás como el principio del placer, una tendencia humana de buscar no sufrir.
Una de las grandes cualidades del programa Hazelden instituido entre otras cosas en los 12 pasos de AA, se basa en sus características de intervención cognitivo-conductual, la cual incide directamente en hacer conciencia en los pacientes sobre la cantidad de impulsos reprimidos que los empujan al consumo. La moralización tan lastimada en el adicto podrá manifestarse solo si se entienden las causas y los deseos por los cuales se ha preferido la sustancia sobre muchas de las cosas.
Pero, ¿Cómo se mantiene el paciente sin-toma (r)? ¿Cómo se mantiene sin drogar? Principalmente aceptando que la sustancia adictiva es un síntoma que sirve para enfrentar el estrés. El paciente también debe de entender, que si el estrés será para siempre corre un riesgo importante en utilizar el consumo de una droga como forma para enfrentarlo. De tal manera se vuelven imprescindibles la continuación del tratamiento médico, psicológico, y de grupo AA.
Sin embargo la mayoría de las veces esto no sucede así. El paciente olvida frecuentemente que el tratamiento de 35 días es solo el comienzo del proceso para llegar a la sobriedad. Esto sucede ya que se sabe científicamente, que los defectos de carácter requieren un tratamiento psicológico de mayor tiempo. El sexto paso de AA se convierte en un camino arduo pero no imposible.
Una de las recomendaciones que se suele hacer al paciente radica en hacerles tener consciencia sobre la importante disminución de estrés durante el tratamiento debido a que continuamente se les interpretan sus impulsos y se les contiene de forma importante en cuanto a las elaboraciones psíquicas que suceden durante el internamiento. Esa contención genera una importante despreocupación por la enfermedad. Y como en muchas ocasiones eso es algo que incluso el paciente no había vivido hasta el momento, se confía llevándolo entonces más que al proceso de la sobriedad, al de la recaída.
En lo que respecta al área psicoterapéutica me tomaré a bien recomendarle al lector sobre aspectos analizables a posteriori del tratamiento.
1) Aceptar la diferencia entre realidad y fantasía. Al adicto le cuesta mucho trabajo poner los pies sobre la tierra, llegando en muchas ocasiones a confundir cuales cosas son reales y cuáles no.
2) Aceptar que su juicio no es el mejor de todos. El adicto caracterológicamente es impulsivo y una de sus grandes discapacidades es la intolerancia a la demora. Generalmente no piensa sobre las consecuencias de sus actos, y solo quiere una gratificación inmediata.
3) Aceptar que su identidad es confusa. Las personas adictas tienen un gusto especial por vivir emociones distintas para llenar un vacío que no saben explicar. Se encuentran en una eterna búsqueda de identidad.
4) Aceptar que sus mayores defensas son negar, echarle la culpa a otros, tener siempre una explicación racional a lo que inmaduramente realizan, entre otras. El adicto siempre buscará la manera de tratar de convencernos que no podrá con la adicción. Su raciocinio cederá siempre ante el impulso.
5) Aceptar que su forma de relacionarse es demasiado parcial. Los pacientes adictos tienen una vida sexual deteriorada. También se mantienen en conflicto con muchas de las personas importantes en su vida. Tienen muchos problemas en el trabajo. La adicción se convierte en su principal relación.
6) Aceptar que su proceso del pensamiento esta deteriorado. Todo el adicto en rehabilitación sabe que ha abusado de una sustancia. Esto incide de manera importante en su capacidad para recordar, para retener información así como su capacidad de introspección.
7) Aceptar que su mejor manera de reaccionar ante el estrés es de una manera infantil. Las personas adictas con frecuencia no quieren enfrentar los problemas como lo hacen las personas maduras ya que su principal miedo es a crecer.
8) Aceptar que tiene una tendencia de tener poca consciencia de enfermedad. El adicto nunca entiende porque le suceden las cosas.
9) Aceptar que siempre lo sobrepasan los eventos de la vida cotidiana. El adicto es muy sensible a lo que sucede en su ambiente y le cuesta mucho trabajo resolver discrepancias emocionales.
10) Aceptar que siempre depende de los demás para resolver sus problemas. El grado de dependencia del adicto lo hace una persona que procura que los demás vivan a través de él no permitiéndoles manejar como mejor les convenga su vida.
11) Aceptar que la forma en que vive su ambivalencia es demasía intensa. El adicto tiene dificultad para entender que las emociones opuestas pueden existir a la misma vez. Y se confunde más aún, por tener una cantidad mayor de ellas.
12) Aceptar que su vida no se encuentra tan bien como debería de estar. El narcisismo de la adicción impide darse cuenta de que existen formas más adaptativas de enfrentar la vida. El adicto es el único que no se da cuenta del potencial que tiene.
Como podemos darnos cuenta las responsabilidades frente a la adicción pueden verse a corto y a largo plazo. Algunos de los pacientes que recaen, reportan actitudes soberbias ante la forma de enfrentar el tratamiento posterior al internamiento. Esto les hace darse cuenta de los “hubieras”, siendo estas actitudes no modificables debido a que ya sucedieron. Sin embargo, hay que recordar en todo momento, que bien vale la pena toda la inversión que hagamos en nuestra salud mental dándole importancia a estados más adaptativos y de bienestar psicológico. El paciente devaluado siempre devaluará su tratamiento. No permitamos que esto suceda ya que nos hemos tomado mucho tiempo en enfrentar a la adicción.
Solo por hoy.

Por Mtro. Alfonso Chávez González
Terapeuta de Clínica SER
Cédula Profesional 5799762

Bibliografía
Bellak, Leopold (1994) “Evaluación de las funciones del yo: Manual y Protocolos” México Ed. Manual Moderno.
Freud, Sigmund (1915). “La represión”. Obras completas. Madrid. Ed. Nueva Hélade.
Freud, Sigmund (1915). “Lo inconsciente”. Obras completas. Madrid. Ed. Nueva Hélade.
Freud, Sigmund (1925). “Inhibición, síntoma y angustia”. Madrid. Ed. Nueva Hélade.
Hoffman, Jefrey et al. (2003) “Living in Balance: Moving from a Life of Addiction to a Life of Recovery” Minnesota. Hazelden.
Laplanche, Jean y Pontalis, Jean-Bertrand (2006) “Diccionario de psicoanálisis”. Buenos Aires. Paidós.