A medida que crecemos espiritualmente, naturalmente nos volvemos más generosos. Es una cualidad de una persona bien desarrollada. En lugar de estar ansioso acerca de si tendremos suficiente y en vez estar de hambrientos en busca de más y más, hay que abrir más nuestros corazones. Nos sentimos más completos dentro de nosotros mismos si encontramos que nuestro espíritu de generosidad se suma a nuestros propios y abundantes sentimientos. Donde vemos las necesidades, lo podemos ayudar.
Una persona generosa no necesita a el alago de los demás con regalos materiales. Los más preciosos dones son cosas tales como prestar atención a los demás, respetándolos por lo que son, y dar nuestro tiempo. A menudo, un regalo material es un símbolo de los buenos sentimientos en una relación. En nuestra generosidad, aprendemos también a recibir los dones de los demás a nosotros con humildad y respeto.
Hoy tengo el placer de mi espíritu de generosidad.
Fuente: Clínica Ser