Los accidentes automovilísticos son la causa número uno de las fatalidades entre los jóvenes de 16 a 19 años de edad (Teen Drivers, 2014). Los adolescentes son más propensos que los adultos a subestimar o a no reconocer situaciones peligrosas. Ellos también son más propensos a conducir más rápido y a dejar menos espacio entre un vehículo y otro (Teen Drivers, 2014). Cuando la falta de experiencia conduciendo se combina con el uso de drogas, los resultados pueden ser trágicos.
Datos tomados de una encuesta que se realizó en el 2011 entre estudiantes de sexto al duodécimo grado demostró que en las 2 semanas anteriores a la encuesta, el número de estudiantes de duodécimo grado que habían conducido después de usar (O’Malley, 2013):
- marihuana era un 12,4 por ciento
- otras drogas ilícitas era un 2,4 por ciento
- alcohol era un 8,7 por ciento
En un estudio sobre estudiantes universitarios con acceso a un vehículo, se encontró que 1 de cada 6 estudiantes (aproximadamente un 17 por ciento) habían conducido bajo la influencia de alguna droga, otra que el alcohol, por lo menos una vez durante el año antes a la encuesta. De esos estudiantes, entre un 57 y un 67 por ciento habían hecho esto por lo menos tres veces durante ese año y entre un 27 y un 37 por ciento por lo menos 10 veces. La marihuana fue la droga que se usó más frecuentemente, seguida por la cocaína y los opioides prescritos (Arria, 2011).
Debido a que conducir bajo la influencia de las drogas puede poner a las personas en un riesgo más alto de accidentarse, expertos de la salud pública invitan a las personas que usan drogas y alcohol a desarrollar estrategias sociales para prevenir que terminen conduciendo un automóvil cuando están bajo la influencia de cualquier sustancia.
Fuente: https://www.drugabuse.gov/es/publicaciones/drugfacts/conducir-bajo-la-influencia-de-las-drogas
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