Borracheras en la adolescencia  podrían contribuir a comportamientos de riesgo en la edad adulta, según un nuevo estudio realizado en roedores.

Algunos investigadores sospechan que lo mismo es cierto para las personas, sin embargo han tenido obstáculos para acordar si el hábito de beber en los adolescentes los hace personas propensas a asumir riesgos. Aunque esta nueva investigación no resuelve el dilema, si refuerza el convencimiento de que el consumo a temprana edad del alcohol puede producir cambios duraderos en el comportamiento.

Algunos de los mejores datos disponibles muestran que las personas que comienzan a beber en la adolescencia y con más asiduidad más adelante, son más propensas a tener problemas con el alcohol y el abuso de drogas con el transcurrir del tiempo, comenta Ilene Bernstein, una neurocientífica de la Universidad de Washington, Seattle, y autora principal del nuevo estudio. Sin embargo esos estudios no han estado a la altura de la determinación de causa y efecto, comenta Bernstein.

Para desarrollar el experimento los investigadores conformaron dos grupos de ratas adolecentes genéticamente idénticas, un grupo fue asignado a beber alcohol y el otro grupo fue considerado abstemio.

Aunque las ratas no les gusta beber alcohol, los investigadores descubrieron que podían cautivar a los roedores a beber alcohol inyectándolo en una gelatina especial (alcoholizada) equivalente a una muy consumida por los adolescentes. Las ratas adolescentes asignadas al grupo que consumía alcohol tuvo acceso a la gelatina/alcoholizada durante 20 días. Ellas consumieron el equivalente de “múltiples tragos”, distribuidos a lo largo del día y nunca aparecieron visiblemente borrachas, comenta Bernstein.

Para probar la propensión de las ratas por el riesgo, los investigadores adoptaron un test/juego utilizado por los psicólogos para estudiar la propensión a la toma de riesgos en las personas. Los animales aprendieron que al presionar una palanca obtenían pequeñas recompensas en forma de pequeñas bolitas de azúcar y una palanca al lado les daba mayores recompensas – más bolitas de azúcar – aunque con menos frecuencia. Los investigadores manipularon el test de modo de poder extraer estadísticas confiables.

El grupo de ratas “abstemio” reveló el juego en el transcurso de una sesión de pruebas y ajustó su estrategia en consecuencia. Las ratas en el grupo de “alcohol” también aprendieron rápidamente que pulsar las palancas podría dirigir a la alimentación, por lo que se podría tomar como justificación en contra de que se produciría una discapacidad de aprendizaje en general, asegura Bernstein. Sin embargo, 3 meses después de su última copa, el grupo “alcohol” que siempre prefirió la palanca ligada a una condición de riesgo, incluso en el momento que la recompensa (el alimento) era pobre, según informaron.

“Es un buen paso adelante”, comenta Martin Paulus, psiquiatra que estudia la adicción y la toma de decisiones en la Universidad de California en San Diego, y en San Diego Health Care System. Paulus comenta que los resultados proporcionan evidencia sólida de que el consumo de alcohol en la adolescencia puede tener efectos duraderos en el comportamiento de los mismos en el momento que llegan a adultos. Indica que las influencias genéticas y ambientales en juego son mucho más complejas en las personas, Sin embargo piensa que el estudio facilitará la investigación ulterior de cómo la exposición temprana al alcohol podría alterar los circuitos de toma de decisiones en el cerebro.

Una posibilidad, comenta Bernstein, es que las regiones del cerebro como la corteza prefrontal, que juega un papel importante en la toma de decisiones y todavía está madurando en adolescentes humanos, son especialmente sensibles a los efectos del consumo: “El alcohol, por alguna razón es muy tóxico para el sistema nervioso en desarrollo”.

Fuente: drogadicciones.com