Miles de adictos a las drogas viven en las sombras de Ciudad Juárez, la urbe con mayor número de homicidios de México, atemorizados por las bandas y desamparados por las autoridades.
“Ahora entran a cualquier casa y nos matan. Nosotros no cerramos esta ventana para al menos intentar huir por el tejado“, razona Carla en el interior de una casa usada como ‘picadero’ en el céntrico Barrio Alto, plagado de comercios abandonados.
Un equipo de la AFP recorrió varios de los cientos de estos lugares donde se consume droga clandestinamente en grupo, en esta ciudad fronteriza considerada habitualmente como un enclave del paso de droga hacia Estados Unidos, pero que se ha convertido también en un centro de consumo.
Según el gobierno en Ciudad Juárez hay más de 5,000 heroinómanos, la mayor comunidad de adictos a esa droga en América Latina.
Muchos ‘picaderos’ son visibles, como el remolque que Ricardo tiene instalado junto a una fábrica que le emplea como vigilante.
A esta caravana acuden personas en pleno día a inyectarse, a veces con la ayuda de Ana, otra adicta y la única persona a quien Ricardo permite vivir allí.
“Hay que ser discretos y no entrar en el círculo del tráfico de drogas. Yo no vendo, para eso hay que pedir permiso a las pandillas. Y aún sin vender se ha puesto muy peligroso“, dice apresuradamente Ricardo, quien asegura no cobra a los visitantes pero sí les pide una cooperación.
En sintonía con la explicación de las autoridades, el vigilante relata que el origen de la devastadora ola de asesinatos -unos 6.500 en tres años- fue la
irrupción del cártel de Sinaloa para arrebatar “con todo lo que dé“ en Ciudad Juárez a las pandillas ya instaladas que operan para el cártel de Juárez.
Pero revela que también entre esas bandas, principalmente Los Aztecas y La Línea, en ocasiones hay conflictos si alguien se salta el acuerdo de que cada una venda en solitario determinadas drogas.
El recorrido se hace en compañía de activistas que visitan a diario los ‘picaderos’ para cambiar jeringas usadas por nuevas y, cuando no reúnen las suficientes, para capacitar en la limpieza de las que van a ser reutilizadas.
Junto a Carla, Javier asegura que varios conocidos suyos y únicamente adictos han aparecido asesinados en los últimos meses por motivos que desconoce.
Ambos viven o sobreviven limpiando vidrios de autos en las calles, pero expertos denuncian que muchos se ven abocados al robo y otros crímenes para alimentar su adicción.
El presidente Felipe Calderón ha afirmado que la guerra de cárteles en Ciudad Juárez está motivada, además de la disputa de las rutas para internar droga a Estados Unidos, en buena medida también por el afán de esas organizaciones por apoderarse del creciente mercado local.
Ante este desafío, activistas y profesionales de la salud creen que el gobierno no se ha implicado como lo hizo con el imponente despliegue de miles de fuerzas de seguridad.
“Ha prometido la ayuda y movilización de recursos pero seguimos esperándolos“, dijo a la AFP José Antonio Rivera, director del público pero autónomo Centro de Integración Juvenil.
Apenas está abriendo sus puertas la primera clínica pública de desintoxicación en Ciudad Juárez, con 30 camas de capacidad. Hasta ahora los adictos que se decidían a afrontar este tratamiento debían acudir a la veintena de centros privadas que lo ofrecen, algunas con fondos públicos.
Pero estos centros, la mitad de ellos de carácter religioso, también están en el punto de mira de los narcotraficantes que han asaltado al menos tres de ellos en el último año para cometer masacres que han dejado al menos 47 muertos.
Estas masacres, pero en general los imparables asesinatos a cualquier hora, en cualquier lugar y casi siempre impunes, son los que tienen en vilo a toda la población pero especialmente a quienes se relacionan de una forma u otra con el submundo de las drogas.
“Tengo a mis tres hijos con mi madre y hace cinco meses que no los veo“, revela Carla. “Pero de vez en cuando me doy cuenta que mi madre me está observando mientras estoy lavando coches en la calle. Dice que en esta situación, para ella es suficiente con saber que estoy con vida”.
Fuente: yucatan.com.mx