En el campo de las adicciones, una de las definiciones que me gusta citar sobre la codependencia es la siguiente:
“Una persona que ha dejado que el comportamiento de otro individuo le afecte y está obsesionada con controlar ese comportamiento” (Melody Beattie)
Es importante mencionar que algunas de las características primarias de la codependencia son la negación, el deseo compulsivo de tener y llevar el control, el deseo de ser el cuidador y el que rescata en todo momento, la hipervigilancia, el facilitador, entre otras más, hablando con familiares de pacientes que requieren Tratamiento de Rehabilitación, he notado que la mayoría presenta el mismo discurso “le di todo y me salió mal” “Se descompuso cuando entro a la universidad” “ Se echó a perder con esos amiguitos” a lo cual mi respuesta es que todo eso es completamente falso, para mí, son únicamente pretextos que la familia emplea para protegerse, muchas veces les comento que uno puede darle todo a los hijos siempre y cuando existan límites claros y firmes, además de adecuados factores de protección en familia como la buena comunicación y el monitoreo de padres a hijos, el realizar esa simple tarea desde la infancia- adolescencia puede combatir con lo mencionado anteriormente.
Es por ello que en mi experiencia profesional, siempre me ha gustado explicar las cosas tanto a familiares como pacientes mediante el uso de metáforas, para que así entiendan de manera más clara y se den cuenta de que requieren dar acción, en este caso hablare sobre la codependencia, ya que considero que es importante que la familia en general se empape de mucha información en cuanto al tema, para así poder comprender y ayudar de forma adecuada, y no culpar o seguir controlando, en este caso dicha metáfora que empleare es una que aprendí a lo largo de mi formación como especialista en adicciones y que a la vez me impresionó y me ayudo a entender muchas cosas, su nombre:
“UNA LANCHA LLAMADA CODEPENDENCIA”
Imaginemos que toda una familia va en una lancha, sentados de manera equilibrada para no voltearse ni hundirse, todos cooperan y se esfuerzan para mantener el equilibrio de esa lancha, ya que es la única manera de mantenerla estable, pero ¿Qué pasa cuando un integrante decide moverse? La respuesta es simple, imaginemos como reaccionaríamos si estuviéramos en esa misma escena… Es evidente que todos los demás integrantes protestaran, quizás con molestia, enfado o incluso trataran de volver a estabilizar la lancha para así evitar que se hunda, ¿De qué manera?, intentando controlar al que genera el caos, y el movimiento, pero si el “adicto” pone más y más descontrol levantándose repetidamente, balanceado la lancha de un lado a otro, a pesar de que la familia insista en que se detenga de todas las formas existentes, tarde o temprano se volteará y todos caerán al agua y por lógica se ahogarán por la misma desesperación, metafóricamente ahí es donde se manifiesta la codependencia, ya que perdieron el control, la seguridad y no pudieron rescatar a nadie… pero ¿Cómo combatir la codependencia retomando esta simple metáfora? Bueno, si sabemos que vamos en una lancha donde existe el caos y existen probabilidades de caer al agua y no sé nadar ¿Para qué me subo a la lancha? ¿Para qué me arriesgo en algo que no sé cómo controlar? O bien si sabemos nadar y por ende seguimos estresados por el caos y descontrol del movimiento de la lancha, lo mejor es bajarse por cuenta propia y nadar hasta la orilla… (así evitan estrés por el movimiento constante del “adicto”)… porque, para que permitir una desequilibrio en nuestras vidas por alguien que no quiere cambiar, por alguien que rechaza nuestro apoyo y que solo nos desgasta emocionalmente, ahí es justo donde se deja la codependencia y se empieza a ver por uno mismo.
Es importante que toda la familia aprenda a “Ayudarse a sí mismo antes de querer ayudar a otro”, de esa manera es posible desengancharse de la definición mencionada anteriormente, por ello, mi recomendación para familiares es asistir a grupo ALANON (Grupo de pláticas para la familia), e incluso tomar terapia psicológica, para así poder ser una red de apoyo para los pacientes de manera sana y equilibrada.
Cristhel Amairani Segovia Rivera
Terapeuta Clínica SER® Cédula 8293913
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