Tanto para el alcohol como para otras drogas como la marihuana o la cocaína la evolución de su uso y su abuso es similar. Los expertos describen tres fases o estadíos, que suelen comenzar ya en la adolescencia.

Fase 1

Experimentando con el alcohol

Puede existir una fuerte presión del entorno por parte de amigos y “colegas” para experimentar con el alcohol solo por diversión y para formar parte del grupo. La mayor parte del uso se realiza durante los fines de semana. No existe cambio del comportamiento en los días en que no se bebe alcohol.

Fase 2

Consumo activo de alcohol

El alcohol se emplea para conseguir una sensación agradable durante los momentos de estrés. Se consume durante la semana. La actividad escolar o laboral se resiente de ello. Puede haber ya algún cambio del comportamiento como:

Un aumento del tiempo en que está solo Una disminución de la comunicación con los miembros de la familia, discusiones frecuentes y un alto nivel de secretismo Cambios en el vestuario y la higiene Cambios en la elección de los amigos Lesiones o peleas repetidas o inexplicables Deterioro de los hábitos de sueño y falta de energía Alteración de los hábitos de alimentación Ojos enrojecidos Cambios en el estado de ánimo como irritabilidad y depresión Ausencias repetidas del domicilio Intento de suicidio Hay que tener presente que algunos de estos síntomas también aparecen ocasionalmente en los adolescentes normales que no consumen alcohol y que ninguno de ellos es una prueba definitiva de abuso del alcohol o de otras drogas. Sin embargo, la combinación de algunos de los síntomas antes mencionados suele señalar la existencia de un problema.

Fase 3

Preocupación por al alcohol

Existe una pérdida del control casi total por el consumo de alcohol. Los intentos de limitar el consumo de alcohol en esta fase suelen causar síntomas de abstinencia como depresión, malhumor e irritabilidad. Las bebidas alcohólicas pueden desaparecer de casa. Existe el riesgo de experimentar con otros drogas o con bebidas alcohólicas de mayor graduación. Los objetos de valor de casa pueden desaparecer o la economía familiar puede resentirse gravemente puesto que se necesita dinero para mantener el hábito. Puede haber problemas legales por la misma razón.

Al igual que con cualquier otra enfermedad, la prevención es el mejor tratamiento:

Los padres deben representar un buen ejemplo en casa, limitando su propio consumo de alcohol y otras drogas. Tomarse una copa nunca debe ser mostrado como ejemplo para enfrentarse a los problemas. No beber en situaciones del tipo de conduciendo un vehículo u otro tipo de maquinaria. No estimular a beber a los hijos ni compartir una bebida alcohólica con ellos. Demostrar que estar bebido no es divertido ni aceptable. Demostrar a los hijos que se puede uno divertir sin beber alcohol. Las celebraciones no tienen por qué incluir el consumo de alcohol. Los padres abstemios deben saber que ello no garantiza que sus hijos que sus hijos no consumirán alcohol. Los padres alcohólicos o con problemas por el alcohol colocan a sus hijos en una situación de riesgo de dependencia del alcohol. Los estudios sugieren que el alcoholismo aparece en un entorno familiar: uno de cada 5 adultos jóvenes con un padre alcohólico tiene un riesgo muy elevado de volverse alcohólico también. La educación sobre el alcohol debería iniciarse precozmente. Los padres pueden ayudar a sus hijos a enfrentarse con el consumo de alcohol de diferentes maneras:

Proporcionar al hijo una sensación de confianza. Esta es la mejor defensa frente a la presión de los amigos y “colegas”. Hay que permitir el desarrollo de la autoestima del niño con elogios evitando la crítica frecuente. Escuchar lo que dicen los hijos. Prestarles atención y proporcionar ayuda en los momentos de soledad o duda. Conocer a los amigos de los hijos Organizar la supervisión paterna. No permitir que los hijos asistan a fiestas en las que se consume alcohol. Confirmar la presencia de los padres en las fiestas en casa de los amigos. Contactar con otros padres para organizar fiestas sin alcohol. Facilitar la “llamada a casa”. Beber y conducir puede ocasionar la muerte. Hay que asegurarse que los hijos no conducen bebidos ni van en el coche de un amigo que ha bebido. Facilitarles el que puedan llamar a casa sin temor a las consecuencias esa noche. Discutir el tema al día siguiente. Ayudar a los hijos a controlar las emociones y los sentimientos, sin necesidad de recurrir al alcohol. Hablar de los temas importantes para los hijos, tales como el alcohol, las drogas y la necesidad de la aceptación por parte del grupo de amigos Estimular las actividades de ocio evitando que se conviertan en una tarea obligatoria y aburrida Colaborar con los hijos en todas las actividades educativas sobre la prevención del abuso del alcohol.

Todos pueden aprender. El pediatra sabe que la comunicación entre padres e hijos es una de las mejores maneras de prevenir el abuso del alcohol. El pediatra puede colaborar en el difícil problema de hablar con los hijos adolescentes sobre el alcohol. Si los padres sospechan que su hijo está abusando del alcohol o de cualquier otra droga el pediatra puede proporcionar ayuda y consejo.

Fuente: Hospital Psiquiátrico en Puebla