En noviembre le tocó al uso del teléfono móvil al volante, en diciembre, la enésima campaña será contra la conducción bajo los efectos del alcohol. Y es que ya se sabe, es un país de costumbres como el nuestro, cuando llegan estas fechas, el alcohol suele brotar a borbotones de casi cualquier lugar. En esta ocasión el foco principal de la campaña serán las comidas de navidad, principalmente de empresa, ya que se realizarán 300.000 controles de alcoholemia hasta el día 20 de diciembre, un poco antes de que comience oficialmente la Navidad. Periodo que la DGT tampoco debería descuidar ya que se bebe tanto o más que en estos eventos.

Si hay tópicos navideños, que los hay y muchos, pasarse con la bebida en la comida-cena de empresa es uno de ellos. Para algunos son momentos en los que la relajación al alejarse del entorno laboral no tiene medida. Algo que no tendría mayor problema si cenamos en nuestro núcleo urbano con la posibilidad de que el transporte público nos deje en nuestra casa sin más historia. Pero la masificación de estas fechas hace que la demanda supere ampliamente a la oferta y no deja un local libre o en casos de empresas más grandes, el volumen de personal impide encontrar un lugar con la logística adecuada. Estas razones, entre otras, hace que cada vez más, las compañias decidan buscar lugares en las afueras de la ciudad para celebrar tales eventos.

Lo anterior suele implicar un desplazamiento y en ocasiones la cesión de nuestra comodidad. O hacemos uso de nuestro transporte privado o buscamos uno alternativo, ya sea público o junto a un compañero abstemio. En el segundo caso estaremos tomando la decisión adecuada si con anterioridad hemos decidido que vamos a tomarnos una copita de más.

Como la decisión de tomarse un poco de alcohol de más suele estar decidida con antelación, también podremos tomar decisiones conjuntas entre compañeros. Y aquí utilizo el ejemplo de un amigo. Comida en las afueras de Madrid y como saben que algo de alcohol tomarán han tomado la decisión de alquilar una furgoneta de varias plazas que sea conducida por el no bebedor del grupo.

Aprovechar un momento que no se repite más que una vez al año, pero aprovecharlo con cabeza. Si vamos a utilizar nuestro coche o nuestra moto y sabemos, lo hacemos todos los años, que queremos tomarnos un poco de vino, el chupito y la copa de después ya estamos cometiendo un grave error.

En ese momento podremos tomar dos decisiones. Dejar aparcado el vehículo donde esté, con el problema logístico posterior de ir a buscarlo al día siguiente o ser unos inconscientes y ponerse al volante. Si el resto de los usuarios de la vía tienen suerte, no pasará nada o seremos víctima de uno de esos controles. Para la próxima vez se nos quitarán las ganas. Si la suerte es esquiva, estas navidades no serán tan felices como deberían.

Fuente: circulaseguro.com