A veces el no poder cubrir las necesidades de las personas que amamos nos llenan de ansiedad, con lo cual nuestra receta que “aparentemente” nos funciona es resolverle a la persona y de esa manera nosotros ya no sufrimos su angustia, en esta pequeña historia se los puedo mostrar:
Un día un niño de 2 años va muy contento con sus padres porque le compraron un helado en el parque, de repente por accidente el helado se le cae y como consecuencia el niño se pone a llorar, lo que hace unos segundos era satisfacción por ver su alegría, en este momento para los padres es angustia al ver la carita triste de su niño, ¿y con cuánto dinero se quita esa angustia?, pues con una moneda, y sin embargo ¿qué aprendió el niño?, de seguro muchos dirían que nada, cuando en realidad aprendió que llorando y poniendo carita triste le pueden dar o resolver lo que él necesita, en un mundo hipotético si se le hubiera explicado que “el próximo domingo le compran su helado ya que fue un accidente lo que sucedió” el niño hubiera recibido una gran lección de tolerancia a la frustración (obviando el consecuente berrinche e intentos de manipulación).
Ya en primaria, por haber estado jugando no hizo su tarea a tiempo y ya es tarde, tiene sueño y está llorando preocupado por el sello que le pondrá su maestra por no llevar la tarea, ante esta angustia ¿Que hacen los padres?, pues le hacen la tarea “hasta con letra fea” y ¿Qué aprendió el niño? Que mamá resuelve el problema.
Igual en secundaria un fin de semana que no hizo una maqueta que era derecho a examen final, se encuentra frustrado culpando a todos (de lo que era su responsabilidad) y angustiado porque se irá a extraordinario, ¿Qué pasa?… pues se desvelan toda la noche los padres para que el jovencito no repruebe.
Ya grandecito lo mandan a estudiar la universidad a otro estado y un día llama a casa confesando que “se gastó el dinero de las últimas 3 mensualidades” y “necesita pagar el semestre o lo perderá junto con todo el año escolar”, angustiados los padres le depositan todo el dinero no sin antes darle una buena regañada, ¿pero qué aprendió? Que sus padres le pueden resolver sus irresponsabilidades.
Finalmente a los treinta y tantos, llama a casa de sus padres alegando que ya sabe que no debe manejar “tomado” pero que ese no es el punto, que necesita que lleguen sus padres con mucho dinero para repartir entre las autoridades y así evitar que se lo lleven a prisión…
La única constante de esta historia es la actitud de rescate y resolución de parte de sus padres de los problemas que su propia irresponsabilidad generó, las consecuencias son cada vez mayores y sin querer (y por amor) le negaron la posibilidad de haber desarrollado un sentido de responsabilidad y la capacidad de aprender a hacerse responsable de sus actos, por eso uno de los mejores regalos que le podemos dar a nuestros hijos desde un principio es la tolerancia a la frustración.
Esp. en Adicciones
Ced. Prof. 7237938
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