Sus nombres parecen jeroglíficos matemáticos: 2C-E, 5-Meo-DMT, 4-Ac-DiPT… Apenas hay literatura científica sobre ellos, pero no son palabras desconocidas para muchos. Internet hierve con foros y webs llenos de estas cifras y letras inconexas. Son los nombres de Chemical Research (RC), drogas de nueva generación que se venden en internet. Un submundo de experimentación alucinógena de cientos de sustancias de laboratorio, muchas de ellas conocidas por las siglas de su composición química y sin nombre comercial, disponibles en la red sin problemas legales y a precios irrisorios. Drogas a un click de ratón, pero no exentas de riesgo potencial.

Al situarse en la trastienda de las drogas de diseño, apenas existen estudios sobre sus efectos, por lo que los consumidores se convierten en auténticas cobayas humanas que experimentan con su cuerpo. “Son compuestos químicos psicoactivos y potencialmente muy peligrosos porque se trata de un mercado muy desconocido. Debes fiarte de lo que te venden y cuando lo tomas no sabes lo que va a pasar”, explican Rafael de la Torre y Magí Farré, del Grup de Recerca Clínica en Farmacologia Humana i Neurociències del Institut Municipal d´Investigació Mèdica (IMIM) de Barcelona. Desde hace meses, investigan los efectos adversos de una nueva línea de sustancias alucinógenas de diseño, normalmente de las familias de las triptaminas o las fenetilaminas, que utiliza mil artimañas para situarse en un limbo legal. Las webs que ofrecen estos productos, localizadas en países como Nueva Zelanda o Hong Kong, envían por correo las bolsas con los gramos de sustancia adquirida y, en el prospecto, advierten que son compuestos sólo para investigación no aptos para el consumo humano. Una argucia que les cubre las espaldas en caso de problemas y a veces les permite esquivar las listas de prohibición.

Pero todo eso lo sabe bien la clientela de RC. Aunque los consumidores son minoritarios, se estima que hay algunos cientos en Barcelona y unos pocos miles en España, su perfil se aleja del de una persona adicta que apenas sabe lo que consume. Para Mireia e Iván, especialistas en RC de la ONG Energy Control, que trabaja para reducir el riesgo en el consumo de drogas, “son personas que saben bien lo que buscan, expertos que han probado de todo y que saben mucho de química”, aseguran. En primera línea de fuego desde hace años, pocos saben tanto de drogas como ellos. Por eso no se hartan de pedir prudencia al hablar de RC. “En manos de una persona inexperta son muy peligrosas, no hay estudios, lo que cuenta es la propia experiencia, que se comparte en foros por la red, y un pequeño error en la dosis te lleva al hospital y lo pasas muy mal”, explica Mireia. A su lado, Iván se muestra aún más taxativo: “En el mundo de las RC aconsejaríamos que no entrara nadie, no suelen ser adictivas, pero esto es sólo para conejillos de indias que son conscientes de que el viaje les puede salir bien o mal”.

Y es que el problema llega cuando hay intoxicación. El desconocimiento de estas sustancias provoca que los hospitales apenas tengan margen de maniobra. Para Santiago Nogué, jefe de la sección de toxicología del servicio de urgencias del hospital Clínic, si tomar cualquier droga es “jugar a la ruleta rusa, ya que hay un riesgo alto de adulteración al no estar analizada su composición”, en el caso de las RC “existe el agravante de que no se sabe cómo actuar porque no se conoce casi nada, y algo así te puede matar o dejarte con secuelas de por vida”, advierte. Lo habitual cuando no es posible identificar la droga consumida es realizar un tratamiento sintomático que bloquea los receptores estimulados. Según Nogué, aunque se trata de experiencias puntuales y es difícil saber la relación con las RC, tres o cuatro veces al mes llega a urgencias un paciente que desconoce lo que ha ingerido con un cuadro neurológico o psiquiátrico. Una cifra a años luz de las intoxicaciones por drogas como cocaína o anfetamina, según Xavier Balanzó, otro médico avezado en sobredosis en el hospital de Mataró que, sin embargo, subraya la tendencia en los últimos años a experimentar con drogas nuevas: “Hemos detectado intoxicados con sustancias, normalmente naturales, originarias de China, Amazonas o el golfo Pérsico; por suerte no es la norma habitual”.

Fuente: www.lavanguardia.es