Parte de la reducción del ego es necesario para nuestra recuperación, es la aceptación del hecho de que no somos y nunca seremos perfectos. El perfeccionismo se interpone en el camino de la recuperación, ya que impone metas imposibles e irreales, que garantizan el fracaso. Si no creemos que tenemos que ser perfectos, entonces podemos aceptar nuestros errores como experiencias de aprendizaje y estar dispuestos a intentarlo de nuevo.
Profundizar la amistad con nuestro Poder Superior es un buen seguro contra el perfeccionismo. Llegamos a creer que Dios aceptay nos ama como somos, y esto nos da la valentía y la humildad para aceptarnos a nosotros mismos.
No somos perfectos, pero estamos creciendo. A pesar de nuestras debilidades, podemos servir a los demás de acuerdo al plan de Dios para nuestras vidas. La aceptación de nuestras propias limitaciones nos hace más tolerantes a las fallas y debilidades de quienes nos rodean. Juntos, podemos progresar.
Estoy agradecido de que no necesito ser perfecto.
Fuente: Clínica Ser