Tenemos que re-pensar todos juntos, porque creo que es la única manera de intentar un cambio en la sociedad con respecto a las conductas sociales distorsionadas…

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que está mostrando. Me estoy refiriendo a aquellos comportamientos dirigidos al consumo de sustancias psico-activas (legales e ilegales). Voy a describirlos desde dos fuerzas que inciden para que se provoque: la exposición a la tentación, que es la oferta, y la vulnerabilidad (mayor posibilidad de ser dañado) de las personas o franjas sociales.
No obstante tener estos dos factores la misma inferencia, la sociedad se inclina a fijar su atención y acción en las adicciones, en el adicto. No debemos negar que la mayor parte de este proceso está oculta debido que muchas veces es considerado como un proceso social natural, ante esta invisibilidad es que invito a reflexionar intentando des-naturalizarla.
La exposición a la tentación tiene dos aristas: la disponibilidad (que es la oferta) y la tolerancia social que está ligada a la permisividad de la sociedad para el consumo. ¿Porque esta permisividad? Es que la sociedad promueve el consumo de estas sustancias coherente y consonante con el estilo de vida que propone: inmediatez en las soluciones, banalidad y relativismo de los problemas y sobre todo énfasis en el placer (hedonismo).
Para esto se necesita de la presión mediática, que ya está influyendo en nuestra juventud y niñez como un contexto “educador” que avanza ante el declive de las instituciones educativas. Nos damos cuenta que los mensajes comerciales están empeñados en formar y conquistar una nueva subjetividad en esos niños y jóvenes ante la inconsistencia de los métodos pedagógicos escolares. Se coloca a esa franja etaria en una posición de “falso libre albedrío”, ya que lo que supuestamente tiene posibilidades de elegir, está ya estudiado y establecido de antemano. Es como la libertad “dentro de una jaula”. Si fuera realmente libre de elegir ocurriría, metafóricamente, como cuando el pájaro decide no irse (no drogarse) la jaula estaría de más. Y esto no es así.
Para todo lo mencionado y desde una visión moderna de abordaje preventivo, tenemos que tener planes de anticipación integrales que aborden la totalidad de la complejidad del problema. Actualmente se propone sistematizarlo en tres niveles posibles de prevención:
A-Prevención universal: para todos igual, basada que la persona “es…lo que consume”. Desplaza de este modo la vigencia de “pienso, luego existo” por “consumo, luego existo”o a lo mejor “no pienso, lo mismo existo”. Y esto ha hecho desalojar el concepto de “ciudadano pensante” por el de “consumidor exitoso”. Claro que aquí aparece la inequidad de acceso al consumo, porque aquellos que no tienen acceso, arman alternativas de escape de la marginalidad y la angustia existencial. Un escape es la droga. Otro de los refugios para escapar de la cruda realidad, es la virtualidad de los nuevos mundos digitales, o hacer como Harry Potter que escapa mágicamente hacia otro mundo.
Lo más llamativo y destacable de la sociedad actual, es que legitima esos caminos como la vía preferida para el escape de las dificultades. Con eso “vaporizan” la angustia existencial. Estamos en un mundo que caducó la narración del trabajo-esfuerzo para hacer frente a los conflictos, e intenta reemplazarlo con la inmediatez y facilidad de acceso a soluciones vaporizadoras. Tendríamos que considerar, como importante, el llenar los vacíos con alternativas no escapistas, y esos son los relatos que traten realmente el problema para desplegar tácticas para enfrentarlos, confrontándolos con esos relatos que sugieren el escape como solución.
B-Prevención selectiva: se dirige a la franja que se droga. Estamos en un mundo en que cada vez importan menos las causas que desencadenan nuestras angustias, el miedo, el cansancio y el displacer en general. Importan silenciar esas sensaciones y emociones que denuncian la poca calidad de vida que desarrollamos. Sabemos lo que lo determina, pero al dirigirnos solo a disolver el síntoma adicción, las causas quedan intactas. Somos una sociedad inmadura, sino porque aparecen en forma frecuente los síndromes Peter Pan: “adolescentización” del adulto, que necesita apoyo psico-farmacológico para mantener la ilusión de la eterna juventud ante la certeza del paso del tiempo. El consumo es parte del dispositivo social establecido. Se tergiversa el placer, ya que se construye a partir de un objeto-cosa (droga) y no desde el sujeto-viviente (persona).

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Droga. En farmacología, una droga es toda materia prima de origen biológico que directa o indirectamente sirve para la elaboración de medicamentos, y se llama principio activo a la sustancia responsable de la actividad farmacológica de la droga. La droga puede ser todo vegetal o animal entero, órgano o parte del mismo, o producto obtenido de ellos por diversos métodos que poseen una composición química o sustancias químicas que proporcionan una acción farmacológica útil en terapéutica.