Tener empatía por aquellos que amamos, y ser capaz de compartir sus alegrías y tristezas, es parte de nuestra naturaleza como seres cálidos y humanos. Llevado al extremo, al sentir demasiada empatía, se puede decir que perdemos nuestros límites como individuos emocionalmente separados, cuando eso sucede, nadie gana.

Somos responsables de nuestros propios sentimientos, si estamos profundamente involucrados en el estado emocional de otra persona, no se puede ser verdaderamente consciente de nuestros propios sentimientos, si tomamos en respuesta la situación de otra persona, perdemos nuestro propio en el proceso.

En cualquier situación, en particular uno que está muy cargado de emociones negativas, tenemos que mantener un sentido del sí mismo. Si nos dejamos llevar por la ira, el miedo, el dolor, o la desesperación de alguien cercano a nosotros, nos volvemos menos capaces de dar ayuda y apoyo.

La madurez emocional es uno de los objetivos de la recuperación y avanzamos hacia ella cuando diferenciamos entre cómo nos sentimos y la forma en que otra persona parece sentir.

Puedo respetar los sentimientos de los demás sin hacerlos míos.

Fuente: Clinica Ser